Pregunta: “¿Dónde fueron los creyentes del Antiguo Testamento cuando murieron?”
Respuesta: El Antiguo Testamento enseña la vida después de la muerte, y que toda la gente fue a un lugar de existencia consciente llamado el Seól. Los malos e impíos estuvieron allí (Salmo 9:17; 31:17; 49:14; Isaías 5:14), y los justos también (Génesis 37:35; Job 14:13; Salmo 6:5; 16:10; 88:3; Isaías 38:10).
El equivalente neotestamentario del Seól es el Hades. Antes de la resurrección de Cristo, Lucas 16:19-31 muestra que el Hades se dividió en dos partes: un lugar de confort donde estaba Lázaro y un lugar de tormento donde estaba el hombre rico. La palabra infierno en el versículo 23 no es una traducción de Gehenna (lugar de tormento eterno) sino Hades (lugar de los muertos). El lugar de confort de Lázaro es llamado en otros lugares “el Paraíso” (Lucas 23:43). Entre estas dos partes del Hades hay “un gran abismo” (Lucas 16:26, NVI).
Jesús es descrito habiendo descendido al Hades tras Su muerte (Hechos 2:27,31; compare con Efesios 4:9). En la resurrección de Jesucristo, parece que los creyentes en el Hades (es decir, los ocupantes del Paraíso) fueron trasladados a otro lugar. Ahora, el Paraíso está arriba en lugar de abajo (2 Corintios 12:2-4).
Hoy, cuando un creyente muere, él está “presente al Señor” (2 Corintios 5:6-9). Cuando muere un incrédulo, él sigue a los no creyentes del Antiguo Testamento al Hades. En el juicio final, el Hades se vaciará delante del Gran Trono Blanco, donde sus ocupantes serán juzgados antes de ser arrojados al lago de fuego (Apocalipsis 20:13-15).
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